lunes, 22 de junio de 2009

Obras son amores (caros)


Cada familia bahiense, en promedio, aporta 600 pesos mensuales para sostener el gasto de 30 millones que cada treinta días lleva a cabo el Intendente.
Ese aporte no se nota en las tasas que son recurso directo de las arcas comunales (alumbrado, seguridad e higiene, servicios varios) o las multas de Tránsito y a Comercios. Surge de la leche, la luz, la cuota del auto, la entrada al cine, los muebles y los viajes, la ropa, etcétera. De los gravosos impuestos que por consumos y producciones recauda el Tesoro nacional y reparte a provincias y a municipios.
Un promedio es una medida gruesa. En este caso, se trata de distribuir entre las 50 mil familias bahienses que están en condiciones de mostrarse por sobre la línea de pobreza el monto que la administración del municipio reclama para su evolución. O sea, personal, funcionarios, obras y gastos en bienes y servicios. Si dividimos 360 millones por aquel número de familias nos dará los 7.200 pesos que se aportan por grupo promedio en Bahía Blanca.
Valga recordar que con Jaime Linares se llegó a 80 millones anuales. Con Rodolfo Lopes se alcanzaron los 120. Con Breitenstein, el triple de eso último.
Se puede afinar el resultado y ponderarlo según la forma en que más o menos se reparten los ingresos localmente. Un criterio poco discutible permite suponer que el 20% de las familias reclama el 70% de los frutos. O sea, unas 25 mil familias harían llegar diariamente, cada una, unos 40 pesos al Jefe comunal (a través de sus compras y usos y tasas y multas). Otras 25 mil, menos pudientes, 10 a 12 pesos diarios.
La naturaleza de los impuestos señala que se crearon para alcanzar una sociedad más equitativa en la que los menos pudientes reciban, por gestión del Estado, el soporte que deviene de la mayor felicidad de los afortunados. Esa justicia social ayudaría a convivir en paz.
Por lo tanto, debemos pedir a la administración municipal: austeridad, asistencia a los más carenciados y acción permamente en pos de proveer al mayor empleo posible de gente y de recursos.
No es erróneo pensar que la mayoría desconoce el origen de las rentas que utiliza el Intendente. Es difícil imaginar que en cada comprita, en cada gasto, hay plata que va a ser usada por la Municipalidad.

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